jueves, 3 de mayo de 2012

La libertad de expresión como derecho y obligación

Foto Luis Freire - Diario HOY)
Uno de los derechos humanos más importantes, si se los puede jerarquizar, es el de la libertad de expresión entendida como la facultad que, por el solo hecho de pensar y tener un criterio respecto de algo, tenemos todos para expresar libremente ese pensamiento sin que por ella debamos ser reprimidos, censurados o recibir calificativos poco encomiables.

Es por esta razón que este es uno de los derechos más amenazados, especialmente por parte de gobiernos, sectores políticos y económicos, incluso dentro de los mismos medios de información, que quisieran tapar la boca de quienes protestan, les reclaman y exigen cuentas por sus actos.

Si bien este derecho es inherente al ser humano, como persona natural, los medios de información se han arrogado la potestad de ser los intermediarios de la opinión de la gente y, con esta premisa, dicen, informan y comentan los hechos sociales pero desde su muy particular óptica.

Los medios han hecho de la libertad de expresión su patrimonio, restando con frecuencia a la sociedad este derecho y reduciéndola al rol de simple receptora de sus mensajes.

Este día, de la libertad de expresión, nos debe llevar a analizar este enfoque en el sentido de que la libertad de expresión debe vérsela indefectiblemente en una doble dimensión: como derecho, de todos, pero también como obligación, la de asumir ese derecho con responsabilidad social, lo cual establece sus relaciones indisolubles con otros dos derechos: el derecho a la información y el derecho a la comunicación, de los cuales esa libertad es inherente.

Perder el derecho a la libre expresión será para el ser humano someterse a la opresión, dar por verdades indiscutibles lo que dicen los medios, los gobernantes y los poderes económicos y políticos.

De ahí que la lucha por la libertad de expresión debe ser tarea y compromiso de todos, porque representa la manifestación de nuestro propio individualismo, de nuestra visión del mundo y de nuestra forma de pensar, de protestar y de decir lo que pensamos, sin perder de vista el respeto a la libertad de los demás también a expresar y manifestarse, aunque no estemos de acuerdo con su palabra, pues actuar así es respetar nuestra propia libertad de expresión ¿Cuánto se respeta la libertad de expresión en cada uno de los espacios en los que nos desenvolvemos cotidianamente?, ¿cuánto la respetamos en cada uno de ellos?

Para contribuir a la reflexión y al debate, invitamos a leer dos textos que están en nuestros archivos y que tiene actualmente plena vigencia. (Ciespal)

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